Gonzalo solía ser aquel que robaba a los caminantes despistados cuando ellos no miraban. Sin embargo, ahora es precisamente él quien va detrás de los ladrones como discípulo de don Federico Salinas, un reputado detective que se ha ganado su fama a pulso.

Un día se les presentará un caso totalmente nuevo, rodeado de misterio e incógnitas que harán que el mismísimo don Federico se lo piense dos veces antes de aceptarlo. Pero ¿qué caso puede ser lo suficientemente arriesgado para que el mejor detective de todo Madrid se niegue a investigarlo?

Gonzalo también se lo pregunta y, con fe inquebrantable en su maestro, lo empujará a embarcarse en una aventura que ninguno de los dos hubiese imaginado. Así comienza un viaje por España en el que investigarán la desaparición de los manuscritos de uno de los poetas más importantes del siglo XIX: Gustavo Adolfo Bécquer.

En esta novela el lector se encuentra una historia detectivesca en la que los protagonistas visitan los lugares más importantes de algunas de las Leyendas de Bécquer bajo las pistas e indicaciones del misterioso personaje que robó el manuscrito de las Rimas.

Además, el ritmo rápido que Sagristá emplea, omitiendo los momentos en los que los protagonistas no avanzan en el caso, hace que terminar esta lectura se convierta en una cuestión de abrir y cerrar los ojos.

Aunque la historia es lo que más llama la atención, el estilo del que se sirve también es uno de los puntos fuertes de la novela. Las frases largas, complejas, y quizá algo enrevesadas priman a lo largo del texto, aunque eso no consigue hacer la lectura más pesada, sino que nos transporta de una manera más fiel al siglo XIX. Del mismo modo, las descripciones son ágiles y ayudan a que el lector imagine mejor el paisaje de ciudades que quizá conozca, pero aportando un toque antiguo que solo consigue dar mayor veracidad.

En definitiva, El caso del manuscrito robado es un juego de pistas que, más que un gran misterio, es un bonito homenaje a la literatura de Gustavo Adolfo Bécquer.