Estamos en el verano de 1948. Lewis tiene diez años y acaba de mudarse a Michigan, concretamente a la ciudad de New Zebedee. Ha tenido que cambiar de hogar para vivir con su tío Jonathan, quien ahora es su única familia, pero al que no ha visto en toda su vida.
Antes Lewis vivía con sus padres, pero hace poco ambos han fallecido en un terrible accidente de coche, dejándolo huérfano y al cuidado de su tío. Ahora, ataviado con unos pocos libros y soldaditos de plomo como único recuerdo de su vida pasada, Lewis vive en una imponente mansión, situada en lo alto de la colina.
Pero más pronto que tarde, Lewis descubrirá que hay algo inquietante en esa casa, y en sus muchos relojes, que tañen las horas al unísono y con puntualidad, como una gran orquesta de ruidos cacofónicos. Y no solo eso: Lewis tampoco consigue fiarse del todo de su excéntrico tío Jonathan ni de su vecina, la señora Zimmermann, con la que se reúne para fumar, beber y jugar al póquer.
Esta es una novela para niños, sí, pero es también una historia oscura y tenebrosa. Una cosa no impide la otra, por supuesto; no obstante, aquellos que se esperen una lectura dócil e inocente están equivocados. Es imposible no notar la tensión que siente Lewis conforme nos cuenta lo que sucede en la misteriosa mansión de su tío Jonathan.
¿Quién dijo que los libros infantiles son solo para niños? Esta novela es apta para el disfrute de pequeños, jóvenes y mayores. ¿Quién dijo que los libros infantiles no podían ser thrillers inquietantes llenos de misterio e incluso terror? La casa del reloj en la pared rompe varios tabúes en lo que a literatura infantil se refiere, y no deberías perderte su lectura.
Por cierto, si no te has enterado de su adaptación al cine, debes saber que la historia de Lewis está protagonizada por nada menos que Cate Blanchett y Jack Black.