La Mili ha vuelto a instaurarse como algo obligatorio para todos aquellos jóvenes que alcancen los dieciséis años, y el peor lugar donde pasarla es El Desierto, un sitio tan aislado que nadie puede decir cuál es su localización exacta. Allí se envía a los que tienen peores expedientes académicos, han incumplido la ley o son demasiado violentos. Aitor es uno de esos chicos. Tiene problemas en casa, malas notas y, en el bombo que decide el destino de aquellos que hacen el Servicio Militar Obligatorio, su nombre estaba, al menos, trescientas veces. Pero no todo es malo en El Desierto: allí conocerá a Oriol, un chico con muchos secretos que puede cambiar la forma en la que ve el mundo.
El futuro que nos plantea Manu Carbajo en su novela no parece estar demasiado lejos de la realidad. Lleno de mentiras y engaños, El Desierto es el ejemplo perfecto de un lugar oscuro que roba mucho más de lo que da, y del que sus víctimas no pueden escapar. Aitor y Oriol son dos protagonistas muy diferentes entre sí, pero su relación se va afianzando a lo largo de la obra y dicta el ritmo del argumento. El resto de personajes, desde el Capitán del campamento hasta sus compañeros de escuadra, ayudan a dar más variedad a un libro que quizá podría haberse aprovechado más, aunque tampoco decepciona.
La ambientación, asfixiante y en la que casi se puede ver la arena salir de entre las páginas, es una de las mejores características de la novela. El Desierto lo envuelve todo y afecta a cada uno de los aspectos de la vida de los protagonistas. Consigue mantener el interés cuando el argumento flaquea un poco, lo que equilibra el conjunto. Cartas desde el desierto es una buena mezcla entre historia de amor y novela de suspense, y atrapará a cualquiera que comience a leerla.