«Ten cuidado con lo que deseas». Esta frase se repite a lo largo de los cuentos de hadas una y otra vez, advirtiendo a los incautos de que las cosas no siempre salen como se planean. Sin embargo, en Caraval, ese es el consejo más útil que te pueden dar, y Scarlett Dragna está a punto de ser consciente de ello.
Caraval no es un juego como todos los demás. Es un lugar donde la magia y la realidad se confunden de maneras inimaginables, una competición que dura cinco días y cuyo gran premio es un deseo. Para Scarlett Dragna y su hermana pequeña, Donatella, ese concurso significa libertad. Es la vía de escape perfecta para dejar atrás a su padre y sus abusos. Pero Scar ya no es la niña pequeña que cree en cuentos de hadas, y quizás esas invitaciones para Caraval han llegado demasiado tarde.
En esta novela, la primera de Stephanie Garber, nada es lo parece. Los trucos de magia e ilusiones están por todas partes, y si esperas un mundo fantástico con dragones y elfos vas a llevarte una sorpresa. Aquí la única magia que encontrarás será la prosa de la autora, que consigue, a través de los sentidos, trasladarnos a este mundo singular que fácilmente recuerda a una Venecia renacentista. El narrador en tercera persona no abandona nunca el punto de vista de Scarlett, y a través de sus ojos nos narra aquellas cinco noches en Caraval y lo que allí descubrió.
Un romance exprés y unos protagonistas que no acaban de convencer estropean un poco el conjunto de la obra, pero los secundarios consiguen mantener a flote la historia, cargada de tensión en prácticamente todas las escenas y cuyo argumento se sirve de dicha tensión para avanzar. No es lo más recomendable, pero en este caso funciona. Sería interesante ver cómo se desarrolla la segunda parte de esta saga.
Mirando esta novela de manera global, no está nada mal para ser el primer libro de la autora. Tiene ritmo, una premisa interesante y una ambientación que te dejará con la boca abierta. Stephanie Garber consigue adentrarnos en un mundo que solo podemos ver en algunos escenarios y teatros, donde ilusionistas y magos tratan de convencernos de que lo que creemos ver es real. Pero recuerda, Caraval no es más que un juego…