Ariadna tiene un familia a la que adora. La única nota discordante es su pasado: no recuerda absolutamente nada de su vida anterior a los catorce años. Simplemente sabe que la encontraron en una casa abandonada que se había incendiado, llena de cadáveres. La única superviviente fue ella, pero su mente era un papel en blanco en el que solo estaba escrito su nombre.
Hasta que Evan, un joven misterioso que parece conocerlo todo sobre Ariadna, aterriza en su vida y la pone patas arriba, haciendo que ella se cuestione todo lo que cree y lo que es ahora. Porque la Ariadna que le pinta Evan no es la que ella esperaba.
Con este libro Cotrina ha vuelto a hacer lo mismo que con la saga El ciclo de la Luna Roja: dejarnos maravillados y atónitos a partes iguales por el mundo que ha creado, repleto de monstruos macabros a los que acabaremos adorando por su historia y carisma, y de escenas que nos dejarán con la boca abierta. La canción secreta del mundo es otra muesca más para el autor, quien ha demostrado con creces tener una imaginación desbordante «y truculenta» y una gran maestría a la hora de narrar, que consigue que nos metamos de lleno en cada escena, sintiendo las decisiones y los sentimientos de los personajes como propios. Pero si bien la historia es todo lo que podríamos desear, esta se ve a veces eclipsada por un ritmo bastante irregular que entorpece la lectura.
Tanto La canción secreta del mundo como La casa de la colina negra, Lilith (una novela corta) y Las fuentes perdidas comparten el mismo escenario. Aunque cada novela está considerada como independiente, cada una de ellas complementa al resto al enseñarnos un poco más de los lugares de paso, el mundo oculto y los monstruos que habitan en ellos. Y, en ocasiones, también comparten personajes. Délano Gris, protagonista de Las fuentes perdidas hace un cameo más que impresionante en La canción secreta del mundo.
Fans y futuros fans de Cotrina, no os perdáis esta novela.