El reino de Auranos es tan rico como pobres son Limeros y Paelsia. Tiene un clima más templado y campos fértiles, y a la mayoría de auranios no les quita el sueño la miseria de sus vecinos. Cuando Aron, un noble auranio, no quiere pagar un precio justo por el vino paelsiano, la discusión se transforma en una pelea y el hijo del mercader muere de una puñalada en la garganta. Y, lo que es peor, Cleonia, la princesa de Auranos, estaba delante y no hizo nada para evitarlo. La situación entre los tres reinos es muy delicada y un acontecimiento como este puede suponer la diferencia entre la paz y la guerra.
Por otra parte, la magia está desapareciendo, tanto de los reinos como del santuario habitado por los inmortales. Los vástagos, cuatro piedras de gran poder, se perdieron siglos atrás, y la única esperanza de los inmortales es una niña cuyo nacimiento está escrito en las estrellas, que se convertirá en una poderosa hechicera.
Pero los protagonistas de esta historia no son los reinos ni los dioses, sino meros humanos que jugarán un papel fundamental en la caída de los reinos: la princesa Cleo, que está prometida a un hombre al que odia; Jonás, el hermano del paelsiano asesinado; Magnus, heredero al trono de Limeros e hijo del rey sangriento, que vive atormentado por los sentimientos que alberga hacia su hermana, y Lucía, la hechicera de la que hablaban las profecías, que está a punto de descubrir sus poderes.
A la vista está que La caída de los reinos tiene mucho argumento y muy prometedor. Como suele suceder en las novelas corales, tarda en arrancar porque al lector le lleva unas cuantas páginas familiarizarse con todos los personajes. Después, los misterios del pasado y la amenaza de una guerra que parece inminente mantienen la tensión hasta el final.
Es evidente que la autora ha hecho un esfuerzo por romper un poco los esquemas habituales: estamos ante una de esas sagas en las que es probable que muchos de los personajes principales mueran por el camino, y donde podría ocurrir que los protagonistas no consiguieran salvar el mundo en el último momento… sino que llegaran demasiado tarde. Lo bueno de esto es que, a menudo, la novela consigue sorprender al lector; lo malo, que a veces resulta desconcertante o decepcionante.
Además, en algunos momentos los sentimientos se narran de un modo demasiado evidente, lo que resta interés a las relaciones tanto de amor como de amistad. Por suerte este es un libro de acción y de fantasía, y en esos aspectos no decepciona. El conflicto político está bien planteado, hasta el punto de que es difícil para el lector escoger bando.
Si te gusta la fantasía épica, dale una oportunidad a La caída de los reinos.