La obra de Arthur Conan Doyle siempre retrató a Sherlock Holmes desde el punto de vista de su fiel amigo y compañero, el Doctor Watson. Pero todos sus lectores saben que el mayor de los enigmas, el secreto más indescifrable, reside dentro de su cabeza.

Cuando un hombre aparece harapiento y sin memoria en pleno Spitalfields, con una zapatilla equivocada y una entrada de teatro en el bolsillo, la maquinaria deductiva del detective más famoso de Londres se pone en marcha para destapar una conspiración que le llevará a recorrer la ciudad en busca de pistas, desde Baker Street hasta el Royal Albert Hall. En cada lugar, un nuevo indicio, y con él un vistazo literal a lo que ocurre dentro de la cabeza del infalible Holmes. Cada sospechoso, cada pista y cada escenario no son más que piezas en un tablero mental donde el objetivo del juego está claro: encontrar al culpable del crimen.

En la cabeza de Sherlock Holmes es un cómic de esos que entran por los ojos y luego se quedan dentro para seguir maravillándote durante toda la lectura. La que nos cuentan Lieron y Dahan es una clásica historia apócrifa holmesiana (lo que hoy llamaríamos un fanfic); un misterio muy sólido ambientado en el universo del célebre detective británico que, sin embargo, no sería tan brillante de no haber escogido el cómic como vehículo narrativo. Lo importante aquí no es el qué, sino el cómo, y si bien casi todas las adaptaciones contemporáneas de Doyle han puesto el foco en el proceso mental de Holmes, ninguna aprovecha tan bien las herramientas de su medio.

Este es un delicioso viaje por todas las posibilidades expresivas del lenguaje del cómic. Podríamos hablar del vibrante diseño de personajes y escenarios o de su uso del color, que ya de por sí constituyen un apartado gráfico impecable, pero donde se nos acaban los calificativos es en la distribución de las viñetas, en el juego con el espacio, el uso de diagramas, inversiones, trasluces, dobleces, mapas, paralelismos y recursos gráficos de todo tipo cuya síntesis perfecta son esas páginas consagradas a la representación del interior de la cabeza de Holmes, donde el detective danza por los recovecos de su mente uniendo pistas y reconstruyendo el crimen. Se nos quedan cortas las palabras, pero basta un vistazo a las imágenes que acompañan a esta reseña para comprobar a lo que nos referimos (y estas, te lo prometemos, son solo la punta del iceberg).

Norma Editorial nos trae en un solo volumen los dos tomos que componían la serie original, que se convierte instantáneamente en todo un imprescindible para los amantes del misterio más clásico, pero sobre todo en una brillante exploración de las posibilidades del arte secuencial.