El mundo de Mary no es como el nuestro. El suyo se reduce a un puñado de hectáreas limitadas por una valla y un bosque oscuro y espeso. En su mundo, la Hermandad es quien toma todas las decisiones, quien asigna los trabajos que cada uno debe desarrollar, quien protege a la sociedad. Desde su impenetrable monasterio, las hermanas premian, castigan y se encargan de que nadie se salte las normas impuestas en un pasado tan lejano que muchos ya han olvidado su origen. Y es que, en el mundo de Mary, la muerte acecha en cada esquina, detrás de cada árbol, dispuesta a saltar con garras y dientes sobre quien ose aventurarse más allá de la frontera y tiene nombre propio: Condenados. Seres que una vez fueron humanos, pero que ahora no son más que criaturas hambrientas, violentas y con un único propósito en la vida: alimentarse y propagar la enfermedad que los convirtió en lo que son.
Ese es el mundo de Mary. Pero ella no está contenta con él, no se conforma con el amor que le han impuesto ni con observar de lejos al chico con el que le gustaría compartir el resto de su vida. Ella es curiosa, soñadora y quiere saber qué hay más allá del Bosque de Manos y Dientes. No puede creer que ellos sean los únicos seres humanos que siguen vivos en la faz de la tierra; quiere ver con sus propios ojos las historias que le contaba su madre y encontrar el océano. Pero, a veces, los deseos se cumplen de una manera inesperada, cruel y sangrienta...
Buscaré el océano es la primera parte de una trilogía escrita por la estadounidense Carrie Ryan. Mary narra la historia en primera persona, alternando los recuerdos de su infancia con la acción en tiempo presente y sus complicados sentimientos por los hermanos Travis y Harry. Una historia contada con una prosa elegante, cuidada e hipnótica que arrastra al lector a través de sus páginas con una delicadeza que sorprende. Y sorprende, sobre todo, porque, si bien hay escenas cargadas de tensión romántica en las que este tipo de narración encaja perfectamente, no faltan aquellas en las que el peligro, la acción y la violencia se desatan sin control y en las que esta manera de escribir podría resultar extraña. Con todo, la autora logra que el lector llegue a sentir la muerte, el dolor y la rabia rezumando de las páginas del libro tan claramente como el amor entre sus protagonistas.
El ritmo general de la historia es lo que más puede extrañar al lector. La novela está repleta de escenas de acción, de huidas y de peleas, pero también hay muchas digresiones que pueden llegar a resultar algo repetitivas y que ralentizan la lectura.
Podríamos clasificarla como una novela de zombis para adolescentes, pero no es solo eso: Buscaré el océano es una historia de sueños rotos, de autodescubrimiento y del poder de la esperanza cuando todo lo demás desaparece. Una opción perfecta, en cualquier caso, para los amantes de las historias oscuras, diferentes y con una trama más allá del romance entre los protagonistas. Sus dos continuaciones, The Dead-Tossed Waves y The Dark and Hollow Places, ya se han publicado en Estados Unidos, pero Montena no ha anunciado aún su fecha de salida en España.