El mar que baña la costa de un pueblecito del norte de Europa ha retrocedido millas y, como por arte de magia, un buque del siglo XVIII ha aparecido encallado en perfectas condiciones donde la gente solía bañarse. Entre los curiosos que se acercan a contemplar este extraño acontecimiento se encuentran la joven Lena, hija del chef del Salón de los Moluscos (un restaurante bastante conocido de la zona), y Félix, un chico de su edad que veranea con sus padres en el pueblo.
El barco aparecido es el Borrasca, que naufragó con toda su tripulación hace años. Los únicos objetos que sobrevivieron al naufragio y llegaron a la costa fueron los apuntes del último timonel y la cabeza del mascarón de proa, que pasaron en ese momento a adornar el Salón de los Moluscos.
Ahora el buque ha reaparecido justo en el momento en que Lena miraba a través de los ojos del mascarón, cuando le pareció ver la foto de alguien ahorcado. Por ese motivo, la joven presiente que está destinada a averiguar qué es lo que ocurre... pero no lo tendrá fácil. El alcalde ha acordonado la zona: el buque es una atracción turística que él no piensa desperdiciar y encima cree que hay un tesoro escondido.
Hace siglos, el timonel decía que el oro que llevaba el navío sería el causante de todos sus males, pero ¿podría una maldición durar tantos años?
En menos de trescientas páginas, Dietlof Reiche narra una fantástica historia donde la amistad, la valentía y el misterio asoman en cada página. Aquí los fenómenos extraños tienen cabida, aunque solo unos pocos crean en ellos. Los adultos siempre buscan una razón científica para todo. En cambio, nuestros jóvenes protagonistas no. Por eso, su edad (doce años) es la perfecta, ya que las ganas de aventura, la valentía y esa inmunidad que se siente cuando todavía no se es adulto hace que la historia sea verosímil y que el lector quiera seguir leyendo y quiera desentrañar, junto con Lena y Félix, todos los secretos que esconde el Borrasca.
La novela llegó a las librerías en 2005 gracias a la editorial Salamandra. Y al contrario de lo que algunos pueden pensar, la historia no tiene nada que envidiar a otras contadas más recientemente. Tiene los ingredientes necesarios para que el lector tenga una lectura amena e intrigante hasta el final.
El buque fantasma es, sin duda alguna, la lectura perfecta para los días de verano que se acercan.