El 12 de febrero de 1963 nace en Columbus, Ohio, una niña de nombre Jacqueline, aunque su padre insistiera (en un intento por otorgarle «poder») en llamarla Jack.
Cuando su hermano mayor, Hope, cuente con cuatro años; su hermana, Odella, con tres y ella con uno tan solo, sus padres se divorciarán. Para entonces, su madre no habrá logrado hacer de Ohio su hogar, ese hueco siempre lo ocupará el sur, del que el padre no quiere saber nada: se prometió a sí mismo que ningún Woodson tendría que pasar por las vejaciones por las que ellos pasaron. Él desaparecerá de sus vidas, y la madre se los llevará a Carolina del Sur para que vivan con sus abuelos en Nicholtown, rodeados del amor incondicional de estos, aunque también de sus creencias e ideales particulares.
A los tres años, Jacqueline solo sabe escribir por sí sola la letra «J», que da comienzo a su nombre. Su hermana mayor será quien, sin ser plenamente consciente, le prometerá el infinito: siempre que Jacqueline lo pregunta, Odella le asegura que las palabras nunca se acaban. Pero Jacqueline crecerá a su sombra; para ella todo aprendizaje llevará algo más de tiempo. Sin embargo, la fascinación por las palabras permanecerá.
Jacqueline Woodson es la ganadora más reciente del Premio Hans Christian Andersen —el considerado «Nobel» de la literatura infantil—. Su libro aquí reseñado, Brown Girl Dreaming, se publicó en 2014 y gracias a él, ese mismo año, Woodson se alzó con el Premio Nacional de literatura estadounidense, del que había sido finalista dos veces.
Brown Girl Dreaming es una novela escrita en verso que recrea la infancia de la propia autora: un caleidoscopio de momentos de una niñez plagada de conflictos. Dentro de este verso libre, destaca el perfecto control de los silencios y los espacios: prueba a leerlo en voz alta. Woodson lleva a cabo la tarea de encapsular una miríada de recuerdos y sentimientos, dulces y amargos, y la poesía es, sin duda, el mejor medio para conseguirlo.
El resultado es una esperanzadora composición de gran belleza, en la que la historia negra que está teniendo lugar frente a los ojos de la pequeña —los últimos años del movimiento por los derechos civiles— tiene un peso fundamental.