Estas dos novelas tienen muchas cosas en común. Ambas fueron publicadas por primera vez en España a mediados de los 90, ambas acaban de ser reeditadas y las dos tratan del impacto que la Segunda Guerra Mundial dejó en los más jóvenes. En el caso de Boris (Noguer), novela escrita por el holandés Jaap ter Haar, se nos cuenta el cerco de Leningrado a través de los ojos de un chaval ruso cuyo padre ha muerto a causa del conflicto bélico, cuya madre está enferma en cama y que apenas tienen comida para sobrevivir ya que los constantes bombardeos impiden la llegada de los trenes de abastecimiento. Pese a unas circunstancias tan duras, la novela presenta algo de luz en medio de las brumas, mostrándonos que, a veces, la mano amiga que nos ayuda a seguir adelante procede de un supuesto “enemigo”. Hay muerte y dolor entre las páginas de esta novela, pero hay, sobre todo, esperanza. La ciudad de Leningrado con sus ruinas se convierte casi en otro personaje más de esta historia.
Y si es curioso que un holandés nos hable del cerco de esa ciudad rusa, mucho más lejano resulta que una autora norteamericana como Lois Lowry, famosa por su obra de ciencia ficción El dador, nos diga en ¿Quién cuenta las estrellas? (Espasa) cómo vivieron la ocupación nazi los habitantes de Dinamarca. La historia nos la narra Anne Marie, una niña de diez años que ve cómo todo cambia cuando sus padres deciden ayudar a una familia judía amiga. Con un tono que a veces nos recuerda al famoso diario de Ana Frank, esta historia avanza con secretos, primero de los adultos a sus hijos, después de Anne Marie a su hermana pequeña, porque cuando uno no sabe lo que pasa, se evita el peligro de que éste pueda contárselo a quien no debe. También se nos muestran algunas de las misiones que la resistencia danesa emprendía para sacar fuera del país a sus ciudadanos judíos. Dos historias que, desde países diferentes, desde ópticas distintas (por un lado, el día a día de los habitantes de una ciudad perpetuamente atacada y por otro, la labor en la sombra de los resistentes) nos muestran dos caras de ese complejo conflicto conocido como la Segunda Guerra Mundial, cuya brutalidad arrasó media Europa y que, esperemos, sea para siempre algo del pasado.
La pregunta que nos viene a la cabeza, a raíz de esta curiosa vuelta a las librerías de estas dos novelas con esta temática, es: ¿Por qué ahora? Puede que algo haya tenido que ver el éxito de cierto niño que llevaba pijama o sencillamente es pura casualidad. Sea como sea, es una buena oportunidad para rescatar estas dos novelas, sencillas, directas y, ante todo, emotivas.