El día de su nonagésimo cumpleaños el anciano Francis echa la vista atrás y rememora su larga vida, ligada para siempre a la Segunda Guerra Mundial. Sus recuerdos toman la forma de carta de amor a los miembros de su familia, a los que siguen vivos y a los que no, a los que dicta la sangre y a los que dicta la vida. Desde su hermano Pieter, que abandonó su profesión de actor para alistarse en contra de la voluntad pacifista de Francis, hasta su mujer y sus hijos, pasando por padres, amigos e incluso agentes secretos.
Esta crónica de una vida marcada por la pérdida y el conflicto moral arranca con un golpe de realidad que hace que los valores de Francis se tambaleen. La muerte de su hermano lo empuja a involucrarse en la guerra, aunque no sea en las trincheras. Ese es solo el principio de un tierno relato que, con un estilo muy sencillo, nos transporta a un conflicto tan explorado en la ficción como la Segunda Guerra Mundial.
Trece años después de la muerte de Francis, su sobrino Michael Morpurgo ficciona los hechos reales de la vida de su tío, rindiéndole un sentido homenaje. La guerra es uno de los temas recurrentes en la obra del autor, célebre por su premiado Caballo de batalla, pero en esta novela lo aborda desde lo personal, con una cercanía solo posible a través del testimonio de quien lo ha vivido en primera persona.
En un principio es imposible evitar la sensación de haber leído esta historia antes, pero cuando el conflicto coge impulso la novela atrapa y demuestra tener una identidad propia. Puede que no sea la más original de las historias sobre la guerra, aunque resulta difícil juzgar en términos narrativos lo que parece ser una crónica bastante fiel de hechos reales. Lo que sí me aventuraré a decir es que no acaba de encontrar un tono que sintonice con su público. Aun así, acierta con los ritmos y con los temas que plantea y enriquecen muchísimo la novela, empezando por el conflicto interno de Francis al ver enfrentados sus deseos pacifistas y su sentimiento de culpabilidad por la inacción ante la injusticia.
En la boca del lobo tiene mucho que contar, y para un lector dispuesto a escuchar será una lectura conmovedora.