Ahora que ha acabado el instituto, Ari está más que listo para irse de su pueblo, y confía en poder hacerlo junto con sus amigos y compañeros de banda. Pero sus padres, que tienen una panadería, no pueden permitirse la escuela de música en la que Ari quiere estudiar. De hecho, necesitan que ayude en el negocio familiar, porque van bastante justos de dinero.

Héctor, sin embargo, acaba de llegar al pueblo y va a vivir en la casa de su abuela, que falleció hace un par de meses. Él, a diferencia de Ari, adora el oficio de panadero: ha terminado su primer año en la escuela culinaria, pero ha decidido tomarse un año sabático.

El problema de Ari parece estar resuelto: necesitaba encontrar a alguien que lo sustituyera en la panadería, y Héctor es la persona perfecta para el puesto. Ahora, solo queda marcharse, ¿no?

Bloom, una novela gráfica que no es precisamente desconocida, ha necesitado del boom de Heartstopper para al fin ser traducida al castellano, tres años después de su publicación original. Adonde sí llegó el mismo año de su publicación fue a México, de la mano de Planeta (editorial que en España ha publicado las novelas gráficas de Alice Oseman y, ahora, Bloom), y tenemos la sospecha de que la traducción de Graciela Romero Saldaña, traductora mexicana, no ha sido revisada exhaustivamente antes de publicarla. Ahí radica el mayor fallo de esta edición en castellano.

Bloom, al igual que Heartstopper, es una historia con una trama muy sencilla. De hecho, su lectura, por su desarrollo al estilo slice-of-life, recuerda a la de un manga BL muy tierno y nada explícito.

El dibujo de la ilustradora, Savanna Ganucheau, que ha trabajado en obras de mucha fama como, por ejemplo, Leñadoras u Hora de aventuras, es uno de los principales atractivos de la novela. Toda ella está coloreada en diferentes tonos de azul, y la propia historia, que ocurre de forma lineal y se divide en los distintos meses del verano, se vuelve bastante «azul» (en el sentido inglés de la palabra) cerca del clímax.

Uno de los temas principales que se explora en Bloom es el de la idea del abandono, habitual durante el paso de la adolescencia a la madurez temprana. Las relaciones de Ari con su familia y amigos se ven manchadas por ello, porque el joven no termina de dar con la forma de canalizar lo que siente. Y, además, en cierto modo, la necesidad de encontrar un lugar en el mundo viene, precisamente, del miedo al abandono. Pero, malentendidos aparte, Héctor es alguien que ha llegado para quedarse.

Bloom es un tomo único relativamente extenso que deja al lector con un buen sabor de boca, como lo haría el mejor de los panes.