Miguel vive en un pueblo de Palencia, tiene trece años y hace dos que su padre se marchó a la guerra. Todos lo dan por muerto. Como es el mayor, Miguel trabaja de pastor para ayudar a su madre a mantener a la familia, a pesar de que él preferiría seguir estudiando.
Un día llega al pueblo un amigo de la familia para avisarles de que ha visto a su padre en un campo de prisioneros en Oviedo. Su madre no se lo piensa dos veces y prepara una bolsa con algo de comida para que Miguel vaya a buscarlo. Tardará varios días en llegar a pie por las montañas y el viaje puede ser peligroso, pero no tienen más opciones.
Una de las cosas que más nos han gustado de Una bala para el recuerdo es que el libro no es solo una narración del viaje que termine en un reencuentro, sino que la trama va más allá. Porque, sí, felizmente Miguel encuentra a su padre, pero ¿y después qué? Él sigue prisionero y sus perspectivas no son muy buenas. Esta situación permite que Maite Carranza nos muestre la parte de la guerra civil que más le interesa: la incertidumbre y el miedo en el campo de prisioneros, pero también las pequeñas alegrías con las que su padre y sus amigos logran superar el día a día.
Lo más curioso de todo es que Una bala para el recuerdo está basada en hechos reales, en una historia que la autora encontró por casualidad en Internet. Pero, seguro que si lo lees teniendo esto en mente, no eres capaz de adivinar qué partes son reales y cuáles están añadidas por la autora. Como se suele decir, la realidad muchas veces supera a la ficción, y la historia de Miguel parecía pensada para una novela.