«—Esto es el oeste, ¿no?
—Donde empieza el oeste, al menos».
Nebraska, Estados Unidos, dos años después de la Guerra de Secesión. Un hecho ináudito asola la ciudad de Elkhorn: treinta y tres personas han muerto en extrañas circunstancias. Jack Daniels, el gobernador del estado, decide pedir ayuda a George Macallan, un antiguo oficial del ejército confederado que está actualmente en prisión por espionaje.
Daniels confía en que este intré- pido personaje descubra qué ha causado la muerte a tantas personas y evitar una masacre mayor. Todo apunta a que es una acción deliberada, que alguien los quería ver muertos, ya que son personas ricas e influyentes de la ciudad.
Sin embargo, tras descubrir qué era lo que los mataba, a George Macallan no le convencen algunos detalles —es muy observador—, por lo que decide seguir investigando para descubrir al culpable, a pesar de que el gobernador está satisfecho con el trabajo.
Sus investigaciones le harán viajar por varias ciudades y estados, donde encontrará pistas, callejones sin salida y la muerte muy de cerca. Parece que nunca descubrirá la verdad, pero una decisión que nada tiene que ver con la investigación hará que los planes de Macallan cambien por completo.
El escritor zaragozano Fernando Lalana nos presenta una historia de aventuras y misterio ambientada en el medio oeste con un protagonista astuto a la par que atractivo. Macallan descubre rápidamente el motivo de las muertes, circunstancia que puede decepcionar a aquellos lectores que esperaban que el misterio se resolviera en las últimas páginas, tras vivir varios peligros. Y aunque se puede tener una ligera idea de quién ha sido el culpable, el desconocimiento del porqué y el del cómo hará que el lector quiera seguir leyendo. Además, conocerá a nuevos personajes como el pistolero Ted Wild o los hermanos Dalmore.
Una bala perdida. Las aventuras de George Macallan es un western humorístico y de aventuras que te gustará por la narración tan bien cuidada a la que nos tiene acostumbrados Fernando Lalana. Monta en tu caballo favorito, ¡y a galopar!