En junio de 1908, Lucy Maud Montgomery veía publicada su primera novela. Ese gran momento en la vida de todo escritor supuso para Montgomery, además, un punto de inflexión en su carrera. Ana, la de Tejas Verdes se convirtió inmediatamente en un best seller, y desde principios del siglo XX las aventuras de su protagonista y sus amigos han deleitado a millones de lectores por todo el mundo.
En el tranquilo pueblo de Avonlea, en la Isla del Príncipe Eduardo en Canadá, los hermanos Marilla y Matthew Cuthbert de Tejas Verdes se preparan para acoger a un niño huérfano que les ayudará en la granja. Lo mandaron a buscar a un orfanato de Nueva Escocia a través de la señora Spencer, pero el mensaje de los Cuthbert a los Spencer llegó alterado y, en vez del niño que esperaban, Matthew se encuentra en la estación de Bright River con una niña pelirroja e inquieta que habla por los codos: Ana Shirley.
La sorpresa para los hermanos Cuthbert es mayúscula. En un principio la estricta y pragmática Marilla insiste en mandar a Ana de vuelta al orfanato. Sin embargo, el carácter abierto, amable y diligente de la niña pronto se gana el corazón, primero, de Matthew y, más tarde, de Marilla (aunque ella nunca reconocería abiertamente lo que siente por la pequeña). Ana Shirley empieza así una nueva vida en el pequeño poblado de la Isla del Príncipe Eduardo, donde encontrará a su amiga del alma en Diana Barry, y a su enemigo y rival académico, en Gilbert Blythe.
Ana vive todo tipo de aventuras y nuevas experiencias en Avonlea, pueblo creado a imagen del Cavendish de la niñez de Montgomery. Todo lo vivido le enseñará nuevas lecciones y la ayudará a crecer dando una forma aún más definida a su personalidad carismática y positiva.
Montgomery, con su estilo rico y poético, dotó a Ana de todo el optimismo que a ella le gustaría haber tenido, y creó con ella uno de los personajes más entrañables y motivadores de la literatura infantil y juvenil. Con Ana se aprende a ver el lado positivo de la vida y a no menospreciar lo que se tiene, disfrutándolo al máximo, porque como la propia Ana dice: «Sé que se puede disfrutar de todo, si uno está firmemente decidido a ello».
Si aún no conoces a Ana Shirley y su desparpajo y nunca has visitado los idílicos parajes que rodean a Tejas Verdes y Avonlea, no dudes en dejarte encandilar por esta niñita pelirroja y parlanchina de desbordante imaginación.