A todos los chicos de los que me enamoré se ha convertido en el «inesperado» boom del verano. Parece que fue ayer cuando Jenny Han desveló que iba a haber una adaptación del libro que la catapultó a la fama, con el reparto ya cerrado. La autora empezó haciendo las cosas bien, pero también las hizo Netflix: el no hacer esperar más de la cuenta al público ha conseguido que los espectadores que venían del libro pudieran disfrutar de la película en el momento adecuado. Las redes, en especial Twitter, empezaron a abrir boca sobre la película, y pronto más y más gente decidió darle una oportunidad.

Si nos dices que no has oído hablar de la adaptación de A todos los chicos de los que me enamoré, te diremos que no te creemos. Podemos creer, aunque nos cuesta, que no sepas de qué trata el libro, y por eso vamos a tratar de resumirlo al máximo. Lara Jean acostumbra a enamorarse de chicos con los que es incapaz de sincerarse acerca de sus sentimientos. Para dar por zanjados dichos enamoramientos, les escribe una carta que después sella y deja guardada en una sombrerera en su habitación. El libro da comienzo cuando un día se da cuenta de que todas esas cartas, que jamás debieron ver la luz, han sido enviadas.

La identidad de la persona que envía las cartas es algo que en el libro se mantiene como un misterio hasta el final. En la película, sin embargo, averiguamos quién ha sido desde el momento en que salen a la luz. La motivación de esta persona es distinta, pero el resultado es el mismo. El nuevo motivo sirve para que el espectador empatice aún más con el personaje en cuestión, algo a lo que juegan constantemente en la película.

Susan Johnson traslada con cariño a la pantalla a todos los personajes, a excepción de Josh, quien pierde el peso que tenía en el primer libro a favor de la historia de Peter Kavinsky y Lara Jean. La narrativa usa a Josh como punto de discordia de forma que el espectador no empatiza con él y no tiene que decidir entre los dos intereses amorosos.

Respecto a la inspiración detrás de la adaptación tenemos no solo el primer libro, sino cosas que coge prestadas del segundo. Entre ellas, uno de los principales hilos conductores de P. D. Todavía te quiero es trasladado por completo. La pregunta que nos tenemos que hacer ahora es: ¿qué veríamos en una segunda película si se diese el caso? No solo el éxito que ha tenido sino también el guiño que hay al final de A todos los chicos de los que me enamoré indican que el que haya una segunda adaptación no es una idea descabellada. Lo más probable es que con otra película los productores sean capaces de adaptar la trilogía al completo.

Algo bueno de esta primera es que han decidido no arriesgar, sin tener en cuenta el guiño final, y cerrar la trama del primer libro. Nos parece una decisión inteligente el haberle dado un final feliz a Lara Jean por si esta primera película no terminaba de funcionar, pero, afortunadamente, ese no ha sido el caso.

En definitiva, ¿libro o película? Si no has llegado a la peli a partir del libro, probablemente la mejor opción sea ir de la película a los libros. El caso es que la historia de Lara Jean, una protagonista asiático americana (con ascendencia coreana por parte materna), y su familia ha llegado a muchas más personas. Jenny Han ha conseguido lo que se proponía desde un principio: hacer ver que una chica no caucásica puede ser la protagonista, ya sea la superheroína de una historia o la chica que se enamora del chico más popular del instituto.