¿La has visto?
No, la película no. Ya sabes a quién me refiero. La chica nueva. ¡Cómo para no verla! Si se pasea con un ratón en el hombro, flores en los zapatos y el ukelele a la espalda. Stargirl hace honor a su nombre: es la estrella del instituto.
Todo aquel que es «alguien» —y en la despoblada Mica, Arizona, eso es mucho decir— debe pasar por El asiento en llamas, el programa de la televisión escolar dirigido por el carismático Kevin y… su amigo Leo. Pocas cosas se pueden destacar de él, más allá de que odia destacar.
Así que te puedes imaginar cómo se sintió aquel primer día, cuando Stargirl le cantó el Cumpleaños feliz delante de todo el mundo. El misterio de aquella chica que parecía despreocupada y, sobre todo, DIFERENTE, se apoderó de él: ¿de dónde venía? ¿Cuál era su verdadero nombre? ¿Cómo sabía el suyo? Y sobre todo… ¿por qué lo había elegido a él?
Durante las siguientes semanas, Leo estará demasiado ocupado respondiendo a sus dudas (y despertando otras nuevas) como para recordar su labor en el programa. Y a su grupo de amigos. Hasta se olvidará de mimetizarse entre la multitud. Después de todo, la chica con la mirada más especial se ha fijado en él.
Stargirl encabeza la presentación de la plataforma Disney+ como película original. Tal honor requería una serie de credenciales: un guion basado en un bestseller juvenil, banda sonora original y… una protagonista a la altura. Grace VanderWaal, la joven cantante que descubrimos en America’s Got Talent tocando el ukelele, parecía la mejor apuesta para interpretar la vida y canciones de la chica con estrella.
Aunque en el aspecto musical acertaron, lo cierto es que el personaje del libro tenía una chispa que no hemos visto brillar en la piel de la compositora. En la novela original, que en España se tradujo como ¿Quién es ella?, Stargirl es pura picardía, desenvuelta y peculiar hasta el punto de incomodar al lector. La versión cinematográfica, en cambio, presenta una joven insegura y comedida, por otra parte más realista.
Quizá influyan los cambios en el guion. La novela se publicó en 2001, mientras que la adaptación se sitúa en nuestros días, con una integración total de las redes. En ese intento de acercarse al público actual se pierde el espíritu principal de la novela: desaparece la magia de las escenas más memorables y se opta por enfocar la rareza de Stargirl desde una mirada indie, ya falta de originalidad, para rebajar el tono infantil de su versión primigenia.
Como resultado, el romance con Leo no termina de cuajar. Graham Verchere tiene la expresión cándida del protagonista, pero sin su voz narrativa, que en la novela relataba con maestría el conflicto emocional al que se enfrenta por su relación, en la película se queda bastante plano. Era difícil trasladar la humanidad del narrador a la imagen. Por ejemplo, su dilema interno de renunciar a la aprobación colectiva para disfrutar del amor de Stargirl mengua porque el comportamiento y las meteduras de pata de ella son menos sonadas. Alguna incluso pierde toda la coherencia.
Al final, Julia Hart ofrece un filme sugerente en apariencia, con escenarios desérticos que encandilan por la gama cromática, canciones delicadas y un par de secundarios entrañables, pero cuyo contenido desaprovecha la sensibilidad de la fuente original.
La película de Stargirl no pasará a la posteridad como una gran historia de crecimiento, pero te puede animar una cuarentena. La que sí se coronó en el Olimpo de la cultura juvenil fue la novela homónima de Jerry Spinelli: aquí pasó más desapercibida (continúa descatalogada), pero en Estados Unidos es un auténtico clásico moderno. Todos reconocen la firma de Stargirl (y nosotros no perdonamos que la omitan en la película) y sueñan con tener la suerte de que se cruce en sus vidas.
«Crees que las cosas solo pueden ser reales o mágicas, pero las mejores cosas son ambas».