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Los mundos de Coraline
Neil Gaiman

Dirigida por Henry Salick
Del papel a la pantalla El Templo#10 (julio 2009)
Por Carlota Echevarría
36.697 lecturas

Los padres de Coraline no le hacen mucho caso: se pasan el día trabajando y no tienen tiempo para jugar con ella ni para hacerle sus comidas favoritas. Se acaban de mudar a un nuevo vecindario, así que Coraline se dedica a explorar. En su casa descubre que bajo el papel de la pared hay una puerta, pero al abrirla ve que está tapiada con una pared de ladrillos; el jardín parece estar muerto, pero descubre un gato y un pozo; su vecino de arriba tiene un circo de ratones, y sus vecinas de abajo son artistas en decadencia.

Por la noche, Coraline ve a los ratones en su habitación, y los sigue escaleras abajo hasta la puerta, que ahora está abierta. Atraviesa un túnel y llega a una casa igual que la suya, donde sus padres le han preparado una comida deliciosa y están deseosos de jugar con ella. El jardín de la casa está precioso, y lo mismo ocurre con todo lo que, en su exploración, le había decepcionado. Solo hay un problema: estos otros padres tienen botones en lugar de ojos.

La película está basada en la novela corta de Neil Gaiman titulada Coraline (que es también el título original de la película, aunque en España se llame Los mundos de Coraline). El libro, publicado en 2002, nos llegó a España de la mano de Salamandra, que lo incluyó en su colección de juvenil. Efectivamente, la novela, al igual que la película, es más apropiada para un público joven o adulto que infantil.

Aunque Neil Gaiman no es muy famoso en nuestro país, seguramente hayáis oído hablar de The Sandman, la saga de cómics que le dio a conocer, o de Stardust, otra de sus historias que ha sido adaptada a película recientemente. También se ha publicado en España en los últimos años Los hijos de Anansi y esperamos que alguna editorial se anime a traducir pronto The Graveyard Book, que comentamos en el séptimo número de El Templo.

La película, dirigida por Henry Selick (Pesadilla antes de Navidad y James y el melocotón gigante) mantiene el espíritu del libro. Su estética refleja muy bien el cuidado lenguaje de Neil Gaiman, y produce la misma sensación de inquietud y atracción. Hay algún cambio en la trama para que se comprenda más fácilmente, que no afecta negativamente al desarrollo de la historia. La música, de Bruno Coulais (Los chicos del coro), se adapta perfectamente a la película, acentuando las sensaciones que producen los dibujos.

El punto de partida es la situación habitual de un niño que se aburre porque sus padres trabajan demasiado y es tentado por alguien que le ofrece todo lo que desea, pero la fuerte personalidad de Coraline hace que la historia se aleje de cualquier tópico. Coraline es una niña decidida, aventurera, sensata y, sobre todo, muy valiente, que atrapa la atención del espectador y se gana su admiración a medida que la película va avanzando.

La historia tiene una trama donde cada elemento encaja, y que además está llena de pequeños detalles brillantes: el gato, sus vecinos, el jardín… La novela es corta pero está muy cuidada, y la película, aún más. La animación sorprende desde el primer momento por sus expresivos personajes y su elegante estética. Todo resulta a la vez bello e inquietante: al principio de una manera más sutil, en la casa destartalada a la que llega Coraline, y luego de un modo evidente en la casa de los “otros padres”, donde todo es perfecto, pero el espectador no puede dejar de pensar en los botones de los ojos.

¿Qué opinan nuestros lectores?
me gusto
2024-02-15 18:11:22
bien