Lyra vive en un Oxford parecido al nuestro, pero con una variación muy importante: los humanos comparten su alma con un animal, su daimonion. Este mundo está gobernado por el Magisterio, una institución similar a la Iglesia pero que tiene muchísimo más poder.
Las aventuras de Lyra comienzan cuando se cuela en un cuarto privado del College en el que vive y ve cómo el rector trata de envenenar a su tío, lord Asriel. Tras prevenirle, la joven se oculta en un arcón y observa la extraña conferencia que su tío da a los licenciados: les pide dinero para ir al norte y descubrir más sobre el Polvo, unas extrañas partículas que parecen rodear a los humanos y que por fin ha conseguido fotografiar.
Este es el punto de partida para una historia de magia y religión, en un mundo donde habitan osos polares acorazados capaces de hablar, brujas que recorren cientos de kilómetros volando y una asociación secreta que ha comenzado a raptar a niños… entre ellos a Roger, el mejor amigo de Lyra.
Hace casi veinticinco años que Luces del norte se publicó en Reino Unido. Desde entonces, las aventuras de Lyra han pedido una adaptación que se materializó en forma de película en 2007. En medio del boom de Las crónicas de Narnia y tratando de emular a El señor de los anillos, New Line estrenó una adaptación espectacular a nivel visual y con una Nicole Kidman memorable, pero que no conseguía hacer entender al espectador la complejidad del material original. La película fue un gran fracaso comercial y jamás se rodaron las secuelas.
Una década después, la BBC anunció que estrenaría una serie sobre la saga con un reparto encabezado por Dafne Keen como Lyra, James McAvoy como Lord Asriel, Ruth Wilson como la señora Coulter (la antagonista de la novela), y Lin-Manuel Miranda como el piloto Lee Scoresby. La adaptación correría a cargo de Jack Thorne, el dramaturgo conocido (y odiado) de Harry Potter y el legado maldito. Tom Hooper, el director de Cats y Los Miserables, se encargaría de la realización de los primeros capítulos. Con estas bases, la serie podría ir muy bien o ser un auténtico fracaso. El resultado no es, ni de lejos, tan extremista.
La primera temporada no es la adaptación que queríamos, pero tampoco es un descalabro completo. La materia oscura cuenta con un buen abanico de aciertos, pero unas dudosas decisiones de guion que restan importancia a la carga teológica y humana de la novela. Tras un buen comienzo, la serie se encalla en su tramo central para volver a remontar en los dos últimos capítulos.
La principal decisión controvertida que ha tomado Jack Thorne es la de incluir a Will (que aparece por primera vez en La daga) ya en esta primera temporada. El guionista narra todos los sucesos que Will desvela sobre su pasado reciente en los primeros capítulos del segundo volumen de la trilogía. Aunque sobre el papel podría haber funcionado, el resultado es una trama desligada de la central que no tiene sentido dentro de la estructura de Luces del norte. No solo el cambio de tono (la trama de Will sucede en nuestro mundo) descoloca al espectador, sino que elimina muchas de las sorpresas de La daga, además de suponer un cambio demasiado grande en cuanto a dirección y fotografía: de repente el espectador se encuentra en una escena cotidiana en una cafetería de Oxford tras ver a Lyra a los lomos de un oso. El cambio de tono es demasiado potente e innecesario y, además, el recorrido de Lyra pierde fuerza por estos interludios.
Por otro lado, se dota a la señora Coulter de una humanidad antinatural, pues se apuesta por mostrarla frágil constantemente, lo que no acaba de encajar con su frialdad. Ruth Wilson despliega todo su talento para mostrar los matices de Marisa Coulter, pero verla llorando y derrumbada en casi todos los capítulos queda forzado. Aunque la actriz hace un trabajo honesto, la sombra de Nicole Kidman es demasiado alargada, al menos por ahora.
También Lyra ha sufrido grandes cambios en cuanto a su personalidad. La protagonista de los libros es una preadolescente mentirosa y rebelde, capaz de inventarse historias sin pies ni cabeza para salirse con la suya, que fuma a escondidas, se emborracha sin querer y se enzarza en peleas si le apetece. La Lyra de la serie, como estamos acostumbrados por culpa del canon hollywoodiense, es otro ejemplo de niña elegida que parece encontrarse por encima del bien y del mal y que pone a todos por delante de ella. El valor de Lyra reside precisamente en la poca consciencia de sus actos. Dafne Keen le ofrece una madurez que resulta impostada: muchas de sus acciones no resultan verosímiles con esta personalidad. Lo que nos gusta de Lyra es que no es Harry Potter, sino alguien mucho más realista... pero la serie ha tomado otro camino.
Entre los puntos fuertes del reparto se encuentra Lin-Manuel Miranda, quien se gana al espectador gracias a su arrollador carisma desde su primer plano, y el elenco de giptanos, donde Ma Costa tiene un papel mucho más interesante y dramático que en los libros. También los niños, sobre todo Roger y Lyra, destacan por su naturalidad y capacidad para emocionar al espectador. Además, James McAvoy es sin duda un actor al que estamos deseando volver a ver, pues su interpretación de Asriel es más que correcta.
Los efectos especiales son también espectaculares, aunque en algunas escenas se evidencia que es la BBC y no la HBO quien está detrás de la adaptación. Por ejemplo, en las escenas con muchos personajes, los daimonions no suelen aparecer. También las brujas han salido damnificadas: aunque en el libro aparecen muchísimas, en la serie solo conocemos a Serafina que, al más puro estilo Wonder Woman, se encarga de luchar por todas sus hermanas. Aun así, el diseño de producción es espectacular, así como el cuidado vestuario.
En definitiva, La materia oscura es una adaptación más que disfrutable, con una fotografía hermosa (todos los fotogramas del Norte se postulan como futuros salvapantallas), y un guion que pretende ser lo más fiel posible. Su falta de ritmo y la dirección, que apuesta por un enfoque casi intimista que alarga los capítulos innecesariamente, son sus mayores lastres. Desde El Templo esperamos que su segunda temporada, que ya está rodada, apueste por el tono de los últimos capítulos, que hemos disfrutado con creces.