Cada año, en las ruinas de los antiguos Estados Unidos de América, el Capitolio que gobierna Panem obliga a los doce distritos que lo constituyen a entregar a un chico y una chica de entre 12 y 18 años para competir en los llamados Juegos del Hambre. Surgidos como castigo por un levantamiento y mantenidos como táctica para controlar una población empobrecida y al borde de una nueva rebelión, los Juegos del Hambre son un reality show donde los 24 chicos, llamados Tributos, se enfrentarán entre ellos hasta que sólo uno quede vivo. Durante la cosecha para los septuagésimo cuartos Juegos, en el Distrito 12 sale el nombre de Primrose Everdeen, pero su hermana Katniss se presenta voluntaria para ocupar su lugar y así salvarla de una muerte segura.

Así comienza la trilogía posapocalíptica de Suzanne Collins que, desde 2008, ha vendido millones de copias a lo largo y ancho del globo y ha creado una masa de fans sólo comparable a la del niño mago. Cuando el año pasado se anunció la compra de los derechos para el cine de estos libros, la comunidad de fans se revolucionó a nivel mundial. Se abrieron blogs, páginas en Facebook y cuentas en Twitter, y probablemente nunca antes la elección del elenco de una película había tenido tanto seguimiento.

Gary Ross, encargado en su momento de la peculiar Pleasantville, dirige esta adaptación y encabeza el reparto la joven Jennifer Lawrence como Katniss Everdeen. A pesar de que la imagen de la actriz puede no cuadrar del todo con la descripción en el libro, su interpretación no da pie a muchas críticas: Jennifer Lawrence es Katniss y se come con patatas a sus compañeros de pantalla, incluso a los veteranos.

El guión, también a cargo de Gary Ross con la participación de la propia Suzanne Collins, es uno de los mejores adaptados de los últimos tiempos. Si bien se eliminan algunos momentos interesantes, aunque innecesarios para la trama en la pantalla, es fiel al libro. Algunas de las libertades que se toman, como por ejemplo prescindir del personaje de Madge y, por tanto, darle una entrada diferente al pin del sinsajo en la historia, podrían, sin embargo, chocar al lector desprevenido.

Por un lado, algunas de las relaciones personales quedan un tanto frías y hasta superficiales. Quizá se deba a que una película no puede ser tan introspectiva como un libro escrito en primera persona, o quizá sea porque los actores se quedaron cortos en ese aspecto de su interpretación. O puede que simplemente sea una combinación de ambas.

Por otro lado, probablemente por el acierto en la elección de actores, los personajes son creíbles, interesantes y llegan al espectador, aunque este no haya leído los libros. Comparando las interpretaciones con las figuras originales tal y como están escritas, se merecerían una mención especial Lenny Kravitz como Cinna y Elizabeth Banks como Effie Trinket.

Independientemente de esto, muchos lectores encontrarán que la película complementa con eficacia el libro gracias a los múltiples puntos de vista. Como ya contara la propia autora, las escenas del presidente Snow, del Capitolio y de la sala de control de la arena durante los Juegos del Hambre aportan una información que en el libro sólo son cavilaciones de la protagonista.

Lo único que se echa en falta, quizá, sería un acercamiento al personaje de Peeta ofreciendo parte de su perspectiva durante los Juegos. En este sentido, la película mantiene la esencia del libro, ya que en la arena acompaña únicamente al personaje de Katniss.

Los Juegos del Hambre llegó a España el día 20 de abril, un mes más tarde que al resto de Europa y los Estados Unidos, tras una visita promocional de Jennifer Lawrence a Madrid y con las expectativas de propios y extraños muy altas.

Desde El Templo te la recomendamos sin pestañear porque es una gran película y una muy buena adaptación, fiel al libro que tanto nos gustó en su momento. ¡Felices Juegos del Hambre y que la suerte esté siempre, siempre de tu parte!