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La invención de Hugo
Brian Selznick

Dirigida por Martin Scorsese
Del papel a la pantalla El Templo#26 (febrero 2012)
Por Javier Ruescas
6.811 lecturas

París, 1931. Hugo es un muchacho huérfano que vive oculto en las paredes de la estación de tren sin que nadie lo sepa realizando el trabajo que debería hacer su tío: mantener en hora todos los relojes del lugar. Pero esta no es la única labor clandestina que el muchacho lleva a cabo, también intenta reparar un misterioso autómata que su padre encontró en el museo donde trabajaba antes de fallecer y que cree que puede contener un mensaje oculto de su progenitor.

Cuando nadie le ve, Hugo se escabulle hasta la juguetería de la estación y roba las piezas que le faltan para reparar al hombre de metal... hasta que un día el anciano vendedor le atrapa. A partir de entonces las vidas de estas dos personas, aparentemente tan distintas, se verán ligadas en un destino común con la magia de los inicios del cine como telón de fondo.

La película, dirigida por Martin Scorsese, mantiene el espíritu de la novela hasta el punto de que los mejores diálogos y muchas de las escenas de la novela son idénticos a lo que Selznick escribió (o dibujó). Para quien no conozca la obra original, está contada tanto en texto como en ilustraciones en blanco y negro a páginas completas, como si fueran los fotogramas de una película. El filme, además de la historia de Hugo, del anciano juguetero y de su intrépida nieta, Isabelle, añade varias subtramas muy bien hiladas en la que se presentan al resto de comerciantes de la estación de tren y sus particulares historias de amor.

Una de las cosas que más destaca en la película es la logradísima ambientación. Los escenarios, entre trenes, pasadizos ocultos y relojes de latón, son de una belleza apabullante y meten al espectador de lleno en la vida diaria de la estación y de la propia ciudad de París.

Como decimos, aunque el argumento principal apenas cambia en la película, sí que hay detalles que están mucho mejor hilados en la adaptación que en el propio libro. Por ejemplo, los encuentros entre los dos niños protagonistas, Hugo e Isabelle, interpretados por Asa Butterfield y Chloe Grace Moretz, o sus personalidades. Mientras que en el libro Hugo es el prudente e Isabelle la traviesa, en la película sucede al contrario, enfatizando la afición de esta por la lectura hasta el punto de afectar al vocabulario que escoge siempre que habla.

Lo que sí que queda claro en ambas versiones es el amor que sus respectivos creadores profesan al cine. La integración tanto en papel como en pantalla de algunas de las escenas más memorables del cine mudo o la explicación de algunos trucos de la época, quedan perfectamente reflejados en las dos obras.

En definitiva, una película sobre la invención de los sueños, del poder de los recuerdos y la amistad que desde aquí te animamos a ver, si se tiene oportunidad, en 3D.