Diecinueve años después, en el epílogo del séptimo libro de Harry Potter, el ya no tan niño mago lleva a sus hijos a King’s Cross para que cojan el expreso de Hogwarts. Albus Severus, el mediano y primerizo en la escuela de magia, observa con incertidumbre la locomotora escarlata mientras le pregunta a su padre qué ocurriría si le seleccionaran para Slytherin. Harry, tras calmarlo, se toca la cicatriz, que lleva diecinueve años sin doler. Todo está bien.
¿De verdad?
Harry Potter and the Cursed Child (traducido al castellano como Harry Potter y el legado maldito de forma más que acertada) retoma este epílogo para convertirlo en el prólogo de una obra de teatro de más de cinco horas basada en una idea original de J. K. Rowling, Jack Thorne, quien ha escrito el libreto final, y John Tiffany, que dirige la obra en el West End londinense. Estrenada el 30 de junio, Harry Potter and the Cursed Child ha sido un éxito de taquilla y público y todo el mundo habla de ella. Nosotros estuvimos allí el pasado 10 de agosto y solo podemos decirte una cosa: ¡GUAU!
La puesta en escena es asombrosa. Con unos decorados alucinantes y trabajados al detalle, Harry Potter and the Cursed Child es una delicia visual. Desde el expreso de Hogwarts al Bosque Prohibido, con lo más necesario solamente, los actores se desenvuelven con maestría durante su larga jornada (tan larga que la primera parte se representa al mediodía y la otra al atardecer, siempre que no prefieras verlas en días distintos) en un escenario inmenso, donde cientos de miradas juzgan todo lo que dicen. No en vano son los nuevos Emma Watson, Daniel Radcliffe o Maggie Smith.
Los intérpretes defienden sus personajes con fuerza y carisma. Quizá el que menos destaque sea el protagonista, encarnado por Sam Clemmett, un joven de veintitrés años que se enfrenta a un rol plano y sin apenas fuerza que no gana la simpatía del público en ningún momento. Aun así, el actor deja el listón alto para los siguientes intérpretes que se aventuren en Albus Severus. Sí destaca, en cambio, su coprotagonista, Anthony Boyle, que encarna a un divertido y extraño Scorpius Malfoy que se aleja mucho de la imagen que tenemos de sus ancestros. Este personaje sobresale por encima de todas las nuevas incorporaciones. Y, si hablamos de los ya conocidos, Hermione Granger es la gran sorpresa. No tanto por su personaje como por su actriz: Noma Dumezweni, que despunta sobre el resto del reparto robando cada escena en la que aparece con un personaje que encarna a la perfección. En cambio, Ron Weasley no sale tan bien parado: el guion retoma el personaje de las películas y no tanto el de los libros convirtiéndolo en un graciosillo; solo aparece para hacer reír al espectador. Por otro lado, Harry Potter nos muestra su cara más adulta a través de Jamie Parker, mientras que Poppy Miller encarna a su mujer, Ginny Weasley. La obra, principalmente, se centra en sus esfuerzos por educar a su irascible hijo mediano. El tema de la exploración de su vida adulta es realmente la trama más interesante del texto, ya que las aventuras de la nueva generación y el misterio principal de la obra caen por su propia insuficiencia.
Si la saga fílmica ya nos mostró la magia de Harry Potter de forma espectacular, la obra de teatro lo eleva a un nivel superior: la magia con la que siempre habíamos soñado en vivo y en directo.
Fuertes rayos verdes y llamaradas se mezclan con actores volando por el escenario, escenas subacuáticas e interacciones con el público de lo más terroríficas. Si pensaste que nunca verías las consecuencias de la poción multijugos en persona, he aquí tu oportunidad. Todos estos efectos recrean con mucho detalle el universo que creó J. K. Rowling en la saga de libros y acompañan a esta octava aventura, cuyo argumento sale desfavorecido ante tanta pirotecnia.
Sí, lector, los efectos especiales le roban todo el protagonismo a una historia plana y no excesivamente compleja que, además, se ha aprovechado del factor nostalgia, como ya hizo, por ejemplo, la saga Star Wars en su última película. Con esto nos referimos a que la trama de la obra toma temas, personajes e incluso situaciones de los libros anteriores para golpear los recuerdos del espectador. Así, consiguen la lágrima en un patio de butacas que se irá con la sensación de haber visto un gran espectáculo pero no una nueva aventura como las que, en su día, a todos nos regalaron momentos inolvidables.
Eso sí, no te fíes de nada de lo que te digan, incluso del libreto de la obra. Hay muchas sorpresas que te dejarán con la boca abierta. Y, sobre todo, #KeepTheSecrets.