La película basada en el libro de Becky Albertalli llega a los cines españoles unos meses después de su rotundo éxito en Estados Unidos, donde se realizó campaña de marketing que visibilizaba la importancia de la película para el colectivo gay con los actores más famosos de Hollywood.

La dirección corría a cargo de Greg Berlanti, con un elenco encabezado por Nick Robinson en el papel de Simon, a quien ya pudimos ver en adaptaciones de libros juveniles como El amor lo es todo, todo o La quinta ola (aunque quizá te suene más de la taquillera Jurassic World). A él se unían Jennifer Garner y Josh Duhamel en el papel de los padres de Simon y Katherine Langford (Por trece razones) interpretando a Leah.

La historia arranca cuando en el Tumblr del instituto un alumno revela que es gay y que no se atreve a decirlo públicamente. La confesión de este chico, que firma como Blue, hace que Simon empiece a descubrir también «su secreto»: superando su vergüenza, escribe un correo a Blue y entre los dos se empieza a formar una relación de amistad... y algo más. Solo que ninguno de los dos se atreve a dar el paso y reconocer su identidad en público. Hasta que las cosas se complican un poco porque Simon se deja el correo abierto en la biblioteca y un compañero lo chantajea con descubrir el pastel.

Con esta premisa y en un proceso de descubrir la identidad del otro se establece la dinámica de la película, donde conoceremos las elucubraciones más locas de Simon sobre quién podría ser su amante virtual.

Uno de los problemas de la película frente al libro es la pérdida de la intimidad que tenían los correos electrónicos de Blue. En este intercambio de correos se podían conocer los matices que tenía este personaje y el carisma que transmitía por escrito, lo que hacía que Simon se enamorase de él. En cambio, en la película Blue queda desdibujado en este juego de busca y encuentra en el que se estructura el filme, y los correos relegados a una voz en off de fondo.

Ganan en cambio en la película los personajes secundarios: la amistad tiene un gran peso en el largometraje, mientras que en el libro quedaba en un segundo plano frente a Blue y el mundo interior de Simon. De la mano de los personajes de Leah, Abby y Nick se logra mantener el que parecía uno de los aciertos del libro: mostrar que el protagonista no es perfecto y que se puede ver envuelto en una situación en la que daña a los de su alrededor.

Además, la película usa el humor como vehículo normalizador para llegar a un gran público. La historia se vale de las claves de la comedia romántica y de las películas ambientadas en institutos americanos con todos sus clichés, para bien o para mal, con la intención de contar una historia de amor algo distinta: la de dos chicos. Así, se le vende al espectador algo distinto con un lenguaje cinematográfico que ya conoce.

En definitiva, si a los recursos fáciles de la película le sumamos que su propia narrativa hace que el final sorprenda menos de lo esperado, sin duda te recomendamos que leas antes el libro y después vayas al cine a comparar, como buen lector, con cuál de las dos te quedas.