A John Green le ha vuelto a tocar la lotería de las adaptaciones juveniles. Cuando ya parecía absolutamente imposible que llegásemos a tener una adaptación de la tan querida primera novela del autor, nos encontramos con que en pleno 2019 al fin ha llegado, y nos atrevemos a decir que es una de las mejores adaptaciones literarias de los últimos años.
Todo ello parece obra de un gran quizás que llevase gestándose años y que haya esperado al momento preciso para ocurrir: los productores Josh Schwartz y Stephanie Savage fueron los primeros en interesarse, hace ya catorce años, en adaptar Buscando a Alaska (a película) y son ellos dos quienes han conseguido que hoy por hoy sea una miniserie de ocho episodios, producida por Hulu.
Escrita y dirigida por Sarah Polley, Buscando a Alaska llegó a España en su totalidad el 19 de octubre de 2019 —el mismo día de estreno que en Estados Unidos— gracias a HBO.
No obstante, fue en 2005 cuando la novela se publicó originalmente, pero también es, en ese año, cuando se desarrolla la historia, y es curioso, cuanto menos, ver con cierta distancia dicha época y cómo los temas que trataba el libro por entonces siguen siendo casi igual de actuales.
El protagonista de la novela es Miles Halter, un chico de Florida que apenas goza de vida social y que vive obsesionado con memorizar las últimas palabras de personas célebres. El libro da comienzo cuando Miles está a punto de marcharse a Culver Creek —colegio privado en el que también estudió su padre— en busca de su «Gran Quizás». En Culver Creek encontrará un grupo de amigos que cambiarán su vida y su forma de ver el mundo para siempre, en especial, una de ellos: Alaska Young.
Una de las grandes aportaciones que Sarah Polley hace al libro de John Green es el darle a Alaska una voz que esté al mismo nivel que la de Miles. Polley explicita, además, una profundidad del personaje que como lectores solo podíamos intuir. El libro es uno de tantos casos en los que una chica joven es el centro de la historia, pero de la que no somos capaces de oír apenas su voz ni de saber verdaderamente lo que piensa.
Si bien de primeras pensamos que la serie va a utilizar simplemente ese doble foco, contraponiendo la perspectiva de Alaska a la de Miles, en seguida se une a ellas la de Chip Martin, también conocido como el Coronel. Chip es el compañero de cuarto de Miles y el mayor apoyo de Alaska en Culver Creek. La relación de amistad de Alaska y el Coronel, forjada en gran medida por la pertenencia de ambos a un estatus socioeconómico bajo —tema que tiene mucho peso dentro de la serie—, se explora en profundidad (con lo bueno y lo malo), lo cual es verdaderamente de agradecer.
Cabe también destacar que Alaska está mucho más integrada dentro del grupo de lo que lo estaba en el libro, y Takumi y Lara, pese a que no logren tener el peso de los otros tres personajes, no dejan de ser fundamentales, con motivaciones y conflictos propios. Y no nos podemos olvidar del profesor Hyde, quien, interpretado por Ron Cephas, es fundamental para el funcionamiento de la serie tal y como está pensada. Mucho más amable y cercano que en el libro, es uno de los grandes puntos a favor de la adaptación.
La productora ha optado por olvidarse un poco del tema del aspecto físico de los personajes y centrarse en buscar un elenco de actores capaces de hacerlos suyos. Un total acierto, puesto que cada una de las interpretaciones es digna de mención.
La serie, al igual que el libro, está dividida en un «ANTES» y un «DESPUÉS». Ahora bien, mientras que en el libro el «ANTES» se alarga hasta un poco más de la mitad, en la serie el «DESPUÉS» no llega hasta el final del sexto capítulo y comienzo del penúltimo. Con esto han logrado aliviar el peso emocional de la serie sin descuidarlo. Estos dos últimos capítulos sirven para alojar dos «posibilidades» que se plantean durante las últimas ciento veinte páginas del libro. Un misterio sin solución. Una pregunta que no tiene (ni tendrá) respuesta, pero a la cual, pese a todo, se intenta buscar una. Confirmamos, de tal forma, que la serie —ya lo avisó John Green— no responde a aquello que el libro deja abierto.
Como adaptación, Buscando a Alaska recuerda, probablemente por la implicación en ella del escritor de la novela que adapta, a la de Las ventajas de ser un marginado en cuanto que, pese a ser bastante (por no decir muy) fiel, es perfectamente complementaria con el libro: le añade valor en vez de restárselo.
Por sacarle una pega diremos que Sarah Polley hace por incluir el mayor número posible de frases míticas, pero no todas funcionan; algunas se notan algo forzadas dentro de la nueva narrativa que ha creado la serie a partir del material original.
Para terminar, cabe decir que la serie de Buscando a Alaska es emotiva, pero en la medida justa; no busca la lágrima fácil. Los ocho capítulos están llenos de verdad y es probable que, si se ha de llorar, cada espectador llore en un momento determinado por razones personales.
En conclusión, la larguísima espera, increíblemente, ha merecido la pena. Desde el primer capítulo tenemos la certeza de que la serie es todo lo que podíamos pedir, pero es cuando vemos el segundo y los sucesivos que nos percatamos de que no solo es todo lo que podíamos pedir, sino que es mucho más: nos lo han dado absolutamente todo, desde las bromas épicas y los «burrifritos» hasta las últimas palabras y las margaritas, pasando por las amistades que lo cambian todo y ese primer amor que nos hace temblar de pies a cabeza.