El pasado martes nueve de abril, el anfiteatro de la Casa del Libro de Gran Vía viajó en el tiempo a un año 2500 aparentemente de ensueño. En esta línea temporal, la muerte es cosa del pasado: hace siglos que fue propagado un virus que concede la inmortalidad a la especie humana. Quizás esto te suene bien, pero solo hasta que expliquemos el porqué de ese «aparentemente»: cuando cumples doscientos años, tu organismo colapsa de golpe y no te queda otra opción que existir como conciencia en un cuerpo tan decrépito que no puede hacer nada por sí mismo. Este fenómeno es conocido como la Decadencia.
La cosa no queda ahí: hay toda una trama de conspiraciones, misterios ocultos y aventuras que Johanna tendrá que superar para encontrar una solución a este embrollo monumental. Johanna es la protagonista de la historia y casi cualquier cosa más que digamos sobre ella podría considerarse spoiler. Ese es uno de los motivos por los que la presentación de Infinitas mantuvo a todos los asistentes en vilo: la autora, Haizea M. Zubieta, fue presentada por su compañera de oficio Iria G. Parente, y las dos hicieron malabares para conseguir engancharnos a la novela sin desvelar ninguno de sus muchos secretos.
Un mundo tan complejo como el de Infinitas plantea cuestiones de lo más interesantes, así que es normal que el público se lanzara en la ronda de preguntas. ¿Qué pasa con la religión una vez que el ser humano se ha convertido en dueño y señor de la muerte? Si nadie puede morir, ¿no supondrá la superpoblación un problema grave? ¿Cómo influye la inmortalidad en la diversidad funcional? ¿Y en la jubilación? A pesar de tratarse de su primera novela, Haizea tenía respuestas para cada planteamiento; el trabajo de worldbuilding fue uno de los más importantes durante el desarrollo de la historia.
Otro punto curioso del que se habló fue el proceso de creación de la portada. Haizea cuenta que antes de que Xulia Vicente —la ilustradora que dio vida a Johanna y a Laura— se pusiera manos a la obra, lo único que tenía claro es que quería que las chicas aparecieran dándose la mano y que no quedaran dudas sobre que Johanna era negra, para que el espectador la imaginara desde el principio tal y como es.
Durante el transcurso de la presentación también dio tiempo a hablar de la importancia de luchar contra tropos literarios como el bury your gays, de introducir a personajes femeninos diversos y fuertes y de contar infinitos chistes malos (créditos a la autora por este).