Ayer, sábado siete de octubre, la Casa del Libro de Gran Vía acogió la presentación de Ladrones de libertad, sexta novela de Iria G. Parente y Selene M. Pascual y tercera ambientada en Marabilia. Nuestro compañero Sebastián G. Mouret fue el encargado de introducir a las autoras, que en esta ocasión se sumergieron en los secretos de los mares que surcan el continente.
Concretamente, nos hablaron del Angelique y sus tripulantes, unos aguerridos piratas que se dedican a lo que mejor saben hacer: piratear. Sin reparos ni piedad, como debe ser. El problema llega cuando son capturados por el rey Geraint de Dahes o, al menos, eso parecía en un primer momento. Y es que, en lugar de la pena capital que correspondería como castigo por piratería, Geraint encomienda a los malhechores una misión cuya recompensa es la libertad... ¿cómo negarse?
Así empieza una aventura que, como toda historia de piratas que se precie, viene cargada de acción, viajes y abordajes. Pero la cosa no queda ahí: las autoras vuelven a incorporar a sus reinos fantásticos problemas de nuestra sociedad. Por poner un ejemplo, en palabras de la propia Iria: «Al que diga que le cuesta meter personajes LGTB en sus novelas, que mire a su alrededor y se dé cuenta de que existimos». La representación es un elemento muy importante de la historia.
Las autoras comentaron muchos otros aspectos de la novela: la complejidad a la hora de la documentación (¡existen muchísimos tipos de velas y nudos y barcos!), la escala de grises en la que se mueven los personajes, el hecho de que se trata de la obra que más les ha exigido y con la que más se han volcado hasta ahora...
A la charla le siguió una ronda de preguntas por parte del público. No vamos a afirmar ni desmentir que una canción poco honrosa sobre las desventuras de Arthmael de Silfos (y sus verdaderos sueños de piedra) saliera a la luz, ni que sea canon que resuena cada noche en la cubierta del Angelique.
La presentación concluyó con una colosal firma que no llegó a su fin hasta las once menos cuarto de la noche. Desde El Templo nos quedamos con algo que, por el contrario, aún tiene que continuar, pues, como dijo Selene, «las novelas de Marabilia no acaban aquí».