Publicada en 1960, Matar un ruiseñor no ha parado de cruzar desde entonces la línea que separa las novelas juveniles de las adultas. Es la única novela publicada de Harper Lee, pero eso no fue un impedimento para que se llevase el Pullitzer ese mismo año. La escritora vivió su infancia y juventud entre la literatura y las desigualdades sociales, dos elementos que transmite en su obra. Además fue íntima amiga de otro novelista, Truman Capote, al que arrebató el premio que él llevaba tantos años persiguiendo. Al final tuvo que olvidarlo, porque su obra más célebre, A sangre fría, se la dedicó a ella.
Matar un ruiseñor nos presenta una protagonista muy joven pero inteligente, Scout Finch, que vive en un pueblo imaginario del Alabama de la Gran Depresión. Es un momento histórico en el que los negros empiezan a alzar la voz, mientras que los blancos, aterrorizados por la posibilidad de revancha, estrechan más el cerco del racismo. La pólvora está echada y sólo falta encender la chispa. Scout no vive ajena a estos acontecimientos, pero tiene problemas mucho más serios que atender: con su hermano Jem y su nuevo amigo Drill, se propone averiguar qué sucede en la siniestra casa de “Boo” Radley, toda una aventura para el hastío del verano. El hecho de que los adultos se nieguen a hablar de él sólo aumenta la curiosidad de los tres niños, que se las ingenian para conseguir que el solitario vecino salga de su casa para poder verle. Para colmo, el misterioso “Boo” les deja regalos en el hueco de un árbol del jardín. ¿Quién es él exactamente, y por qué sólo sale por las noches?
Pero muy pronto la misma Scout descubre que hay más universo fuera de sus travesuras de barrio. Su padre, un abogado con gran sentido de la justicia, acepta defender a un negro al que se le acusa de violar a una joven blanca. Todo el pueblo da la espalda a la familia, a la que acusan de ser “amantes de los negratas” (después de todo la criada negra de la familia, Calpurnia, ha cometido la temeridad de aprender a leer y escribir ¡y trata a los niños como sus hijos!). Los Finch no lo tendrán fácil para defender sus principios y luchar por lo que consideran justo.
Matar un ruiseñor es una historia apasionante que mezcla distintas tramas: una de crítica social, en la que se sigue de cerca el juicio por violación, y otra en la que los tres niños investigan a fondo el misterio de su vecino, cuyo pasado criminal nada tiene que ver con el presente solitario en el que sale por la noche a repartir regalos. Dos historias opuestas que incluso se mezclarán antes de que el lector se dé cuenta. Una novela más que recomendable para los jóvenes y para los adultos, que dejará un poso duradero en todos ellos.